Causas de nuestros fracasos III: Actitudes personales dañinos (Síntesis de lo escrito VI)
Quienes nos movemos en ambientes asamblearios estamos conscientes de que hay comportamientos individuales que dañan a las asambleas. Cuando se habla del tema suelen estar asambleas dominadas por alguna persona concreta en el centro de la crítica, o supuestos de machismo, racismo…
Durante el curso pasado dediqué una variedad de entradas a las actitudes personales dañinas y descubrí que debajo de lo ya reconocido existe otra capa de problemas mucho más sutiles que son igual de dañinos o incluso más.
Motivaciones ocultas
Me acerqué al tema relatando una asamblea ficticia en Motivaciones personales, fuentes de conflicto durante la cual hay un conflicto pequeño y común, una escena salpicada por frases típicos de nuestros ambientes. Cómo analizo en La columna vertebral de toda asamblea el problema de esta escena es que tres de los cuatro personajes tienen una motivación egoísta oculta y empujan hacia ella escondiéndose en el lenguaje ‘correcto’. Durante el taller No estamos en lo mismo afirmamos esta observación a través de un juego de rol. Curiosamente los dos personajes que más entregados parecen tienen como motor un deseo de beneficio propio. Sencillamente quedan tan bien por ser personas extrovertida y ‘con labia’. Durante el taller nombramos una variedad amplia de motivaciones egoístas posibles: desde beneficiarse de manera directa de la asamblea, pasando por necesidades sociales como el deseo de ser reafirmado, hasta la búsqueda de experiencias emocionantes… Lo asombroso es que estos experimentos han demostrado como un grupo con motivaciones ocultas variados produce exactamente el tipo de asamblea al que estamos acostumbrados. Y la experiencia me dice que es un problema real y grave: En muchas asambleas hay un número importante de personas con tales motivaciones.
Esto es dañino para cualquier proceso de lucha por diferentes razones. Primero porque estas personas están donde más conviene a sus deseos, independiente del estado del proyecto. Lo más probable es que desaparecerán tarde o temprano. El segundo problema es que traen consigo la confrontación de sus intereses, conflictos internos que no tienen nada que ver con la causa del grupo. Lo tercero es que desvían la acción del colectivo, alejándola de lo que conviene a la causa o incluso de los ideales que hay detrás. Un ejemplo de lo peligroso que puede llegar a ser esto se encuentra en El juego dañino entre egocentrismos y axiomas falsas en la lucha cuando hablo de como personas pedófilos usaron el discurso de la liberación sexual en los años 60 y 70 para normalizar la pedofía dentro de ciertos ambientes de izquierdas. El cuarto punto dañino que he nombrado es que todos estos problemas hieren a aquellos que están en los ambientes asociativos por una motivación honesta. En Los que se quedan atrás doy un ejemplo de ello retratando el daño que nos hace solamente observar los abandonos regulares de supuestos compañeros.
De egoísmos a necesidades
Detrás de todo este engranaje dañino parece estar el egoísmo como problema central.
Otro ejemplo sobre los daños que nos hace la normalización de comportamientos egoístas desarrollo en Cuando por respeto a la libertad de otro faltamos a la nuestra. En esta entrada hablo de como nos dejamos pisar por los egoísmos de otros en nombre de la libertad y de como perjudica el proceso organizativo.
Pero profundizando más se desvela que el egoísmo no es más que una capa debajo de la cual se esconde otro nivel: Las necesidades profundas. En Porque las necesidades son importantes y las apetencias no diferencio entre tres niveles: lo que necesitamos, lo que nos apetece y lo que percibimos como una necesidad, aunque realmente no lo sea. Un ejemplo claro de lo último es el ejemplo de las adicciones. Detrás de las apetencias y motivaciones ocultas probablemente se esconden necesidades no reconocidas que se buscan cubrir de manera dañina. Un tema a ser explorado más en el futuro.
Autoengaño
Todas estas pautas dañinas solo son posible si engañamos tanto a los demás como a nosotros mismos.
Un ejemplo de tal engaño relato en la entrada Abandonar no es fracasar en la cual resumo mi experiencia con una compañera que llamó a sus abandonos fracasos, engañando a si misma y por ende todas. Las consecuencias eran nefastas para mí, nuestros proyectos y supongo que también para ella.
Otro ejemplo analizamos durante el taller descrito en La resaca después de la derrota. Hablamos de la euforia después del 15M y la sensación que tenían muchos activistas veteranos de que ‘esta vez sí era de verdad’. Esta ilusión multiplicó el dolor causado por la degeneración del movimiento y de los partidos surgidos de él.
Aparte están todas estas incoherencias que tenemos entre nuestro discurso y nuestra práctica a nivel personal. Se vuelven mucho más problemáticos cuando no los queremos admitir, cayendo en el engaño. Un ejemplo de ello es nuestra autopercepción de ser abiertos cuando de verdad tenemos una práctica bastante cerrada y a menudo arrogante, algo que retrato en Ni hables con ellos. Esto ya se acerca al tema de las falacias en nuestros ambientes, al que entraré la semana que viene.
Lista de actitudes dañinas para el proceso asambleario
Aparte de este análisis en profundidad durante el curso he coleccionado una variedad de actitudes individuales dañinas. Aquí comparto el listado con vosotras.
- Falta de escucha a lo que dicen los demás; responderles desde ideas prefabricadas sin pararnos a percibir y analizar la situación concreta. Esta idea salió como autocrítica durante el segundo Taller poético en Burgos.
- Quedarse callada en momentos de desacuerdo e injusticia, una actitud que genera una complicidad colectiva. Reflexión de Cristina producida al final del segundo taller poético en Burgos.
- Inseguridades personales que nos llevan a comportamientos sumisos o impositores.
- Actitud de evasión de la realidad, algo sobre lo que reflexiono en Me cansé y me marché inspirada por un trabajo generado en el primer taller poético en Burgos.
- Arrogancia hacia los compañeros, algo que está detrás de mi actuación descrita en No puede ser.
- Inexperiencia no admitida como tal, fue nombrado durante en el taller ¿Qué falla en los movimientos sociales? en Lanzarote.
- Asumir liderazgos o ideologías sin reflexión propia, el ejemplo de la normalización de la pedofilia que nombro en El juego dañino entre egocentrismos y aciomas falsas en la lucha es un ejemplo extremo de ello.
- Buenismo, es decir no querer ver los fallos que cometemos nosotros ni nuestras compañeras. Se nombró durante uno de los talleres en Burgos.
Conclusión
Hace tiempo tuve una discusión con un compañero sobre la importancia de contemplar las emociones de las personas a la hora de tomar decisiones. Él defendía de que se deberían tomar de manera estrictamente racional. La propuesta de incluir las emociones en el proceso de toma de decisión le causaba rechazo.
Creo que el análisis presentado aquí demuestra porque es tan importante darle lugar al manejo de las actitudes y emociones en nuestra teoría y organización. Es la única manera de prevenir que intervengan de manera oculta disfrazados, a menudo vestidos en un argumentario racional muy convencedor.
Ahora que he nombrado el peligro el reto es encontrar cómo actuar ante él de manera adecuada.