La columna vertebral de toda asamblea
El domingo pasado publiqué el relato de una asamblea ficticia que aterriza algunos de los problemas descritos en el texto “Asamblea coñazo”, este caos falsamente llamado asamblea en el que las decisiones se toman según las circunstancias y no por criterios razonados.
El relato del domingo lo escribí como parte de la investigación sobre estas asambleas, con la intención concreta de demostrar el impacto que tienen las motivaciones personales. Me decidí por cuatro intenciones distintas en cuatro personajes y las puse a interactuar, dejando que entren en conflicto. Lo que salió es un diálogo asambleario tan común que probablemente a muchos les cuesta verlo como problemático. Hoy entraré a analizar esta escena y dejar claro porque son tan dañinas.
Los personajes que he usado son muy simples, hasta se les puede llamar planos porque a cada uno solo le he dado una única dimensión, detrás de todo lo que dicen hay solo una motivación: Ana es una afectada que busca una solución rápida y fácil a su problema, a Diego le mueve la búsqueda de amigos, Nuria quiere experimentar, es decir busca aventuras, y solo Paco tiene la voluntad de ir más allá de su satisfacción personal. La desgracia es que confrontando estas cuatro motivaciones me haya salido un diálogo tan realista y común.
Cuatro motivaciones que también pueden explicar porque muchos grupos se deshacen lentamente: ¿Hasta cuándo se quedará Ana en el grupo? Hasta que de una u otra manera haya solucionado su problema. ¿Hasta cuándo se queda Nuria? Hasta que se empiece a aburrir. ¿Hasta cuándo se quedará Diego? Hasta que haya hecho suficientes amigos para estar ocupado. Si no lo logra, se quedará hasta el final. ¿Hasta cuándo se quedará Paco? Hasta el cierre del proyecto. Porque él es el único que realmente está soñando con luchar. Los demás están ahí para “salirse con la suya”.

Esto refleja una diferencia de actitud importante que se encuentra en todas las asambleas: Unos ponen sus intereses primero, aunque muchas veces disfrazados en discursos bonitos, mientras que algunos pocos ponen primero los intereses del grupo. Estos segundos hacen lo que conviene al colectivo (según lo que perciben). Son los que están para abrir el local y luego se quedan hasta cerrarlo, los que limpian este rincón que da asco a todos, los que dan su nombre para legalizar la acción, su dinero para pagar la web, los que se quedan horas hablando e investigando fuera de la asamblea para responder ante cualquier problema. Y son los que muchas veces ejecutan decisiones contrarias a la opinión propia por respeto a los demás. Son ellos, los ‘Pacos’ y las ‘Pacas’, los que forman la columna vertebral de todo colectivo, asociación o asamblea. Si un grupo llega a funcionar, aunque sea por un tiempo corto, es porque dentro de el están una o dos personas que honestamente buscan algo más allá de su beneficio o satisfacción personal.
Como dije en “No estamos en lo mismo II” esto no implica que sean mejores personas que los demás. De hecho a menudo es al revés. Me he encontrado con ‘Pacos’ y ‘Pacas’ que tenían planteamientos teóricos absurdos, otros que no tenían criterio propio ninguno y eran veletas de quien hablara mejor, otros que tenían personalidades inaguantables, incapaces de convivir. Lo más triste es haber conocido a ‘Pacos’ y ‘Pacas’ que estaban ya tan quemados que se habían vuelto dictadores de asamblea. Son humanos, con sus fallos, y muchos. Solo les diferencia una cosa: Honestamente están intentando llevar un ideal a la vida. Y por esto están dispuestos a estar cuando nadie más tiene tiempo, a hacer lo que nadie más quiere hacer, a aguantar cuando nadie más está dispuesto a aguantar…
Ahora, ¿cómo diferenciamos los ‘Pacos’ de las ‘Anas’, ‘Nurias’, ‘Diegos’ y las demás personas con motivos egocéntricos que hay por allí? Es fácil asignar intenciones a un personaje y ver como actuaría. Es mucho más difícil decir lo mismo sobre una persona real. Las personas reales son mucho mas complejas que estos personajes. Tienen mas factores que uno, intenciones diversas que se cruzan y que tienen raíces profundas en su historia. ¿Cómo sabemos si detrás de la necesidad de amigos de Diego no hay una soledad desesperante? ¿O que es un alcohólico buscando cómplices? ¿O quizás sencillamente es una persona para la que lo importante es socializar? ¿…? ¿Y qué hay detrás de la necesidad de aventura de Nuria? ¿Una falta de sentido vital que podría causar depresiones? ¿O rebeldía juvenil? Incluso podría ser policía secreta buscando criminalizar el grupo. ¿Quién sabe?

Con el tiempo he reconocido sus motivaciones egocéntricas en algunos compañeros y compañeras antiguas mías, e incluso llegué a tener una idea de lo que hay debajo de ellos. Con mucho tiempo, tiempo de conocerlas, de observarlas, de escucharlas y también de reflexión e investigación. A menudo había dramas internos, dolores profundos, intentos de escapar del sufrimiento y vacío vital. Y a veces no, sencillamente era el capricho de una hija de papá o usaban ‘la lucha’ como matatiempos mientras estaban parados.
Pero, honestamente, tengo que admitir que de la mayoría de mis compañeras y compañeros antiguos no tengo ni idea de lo que les movía. Porque no les conozco, no bien, no lo suficiente para entender qué hay debajo. ¿Tú lo sabes? ¿Tú conoces a tus compañeras mas allá de la máscara del luchador asambleario? ¿Sabes lo que se esconde detrás? Porque conociendo esta sociedad Europea lo más probable es que estén mucho peor de lo que aparentan, de lo que están intentando proyectar. Porque así estamos aquí, en Europa, alegres por fuera, muriendo por dentro, en nuestros infiernos silenciados. Todo un tema para explorar más adelante, otro día.
Hoy solo quiero dejar claro lo dañino que es permitir que estas motivaciones egocéntricas estén dominando los movimientos sociales, condicionando todo: decisiones, horarios, ritmos, imponiendo hasta objetivos contradictorios. Porque con todas estas decisiones tomadas con el criterio de satisfacer los caprichos de todos, o sus llantos, sus presiones, chantajes emocionales… es imposible crear una sociedad mejor. Son decisiones tomadas por las circunstancias personales, no con un criterio de lucha o transformación. Y llevan a una farsa de lucha, una copia mala que nos confunde. Su impacto real suele ser lo opuesto de lo que promete.
Realmente no importa el discurso que tienes en la boca, importa dónde tienes la mirada y el corazón. Y si nos queremos enfrentar a organizaciones tan bien hechas como las que tiene este sistema, pues hay que hacer un trabajo serio y bien hecho. Para esto nos tenemos que replantear todo, desde nuestro modelo organizativo, pasando por teorías y filosofía hasta nuestra forma de ser.
Ahora me queda la pregunta, te la hago a ti, personalmente, para que te revises con honestidad ante ti mismo: Tú, ¿que buscas? ¿Tu satisfacción personal, corta y rápida? ¿O quieres más, te mueres por más? ¿Te empuja la sed de justicia, la necesidad de esperanza, el sueño de un futuro mejor para personas desconocidas?
Es tu vida, tu búsqueda, tu decisión. E independiente de donde vengas o donde estés, en cada momento puedes decidir cambiar.
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