El juego dañino entre egocentrismos y axiomas falsos en la lucha
Entre las reacciones a mi entrada “Ser demasiado abiertos nos vuelve excluyentes” hubo un comentario que proponía que el psicoanálisis de grupo podría ayudar mucho en este contexto. Mi primera respuesta fue: Si, pero el trabajo psicológico es lo que más presente está hoy en día, hay muchas propuestas de trabajo emocional y personal. Pero también hace falta revisar otros niveles, como por ejemplo los axiomas falsos. Un caso de esto es el daño que hizo al 15M asumir la idea de que ‘Todos estamos en lo mismo’.
Aún así, la propuesta me ha seguido rondando por la cabeza y me volvió a salir con un amigo cuando hablamos sobre planteamientos ‘emancipatorios’ de los que los dos vemos claramente que fomentan el egocentrismo bajo la excusa de la liberación. El sacó la idea del trauma personal, mientras de que yo volví a hablar de los axiomas y teorías equivocadas.

Escuchándole me impresionó como razonó la importancia del trauma personal: “En muchos momentos, cuando alguien está buscando satisfacer una necesidad que nace desde un trauma busca la teoría que justifica lo que quiere hacer. A menudo está primero la necesidad y alrededor de ella se construye una justificación racional. Por esto, las personas que conozco que defienden estas ideas creo que lo hacen por sus traumas personales.” Y razón tiene, la mente humana es así de engañosa: Cuando quiere justificar algo encuentra como hacerlo, lo disfraza como lo más razonable y liberador del mundo. Un ejemplo muy sangrante de este tema es como en Europa del norte durante los años 70 y 80 un grupo de pederastas se aprovechó del movimiento de liberación sexual creando teorías que justificaban la práctica de sus deseos sexuales como ayuda a liberación de la sexualidad infantil. Una de los voces más importantes de este movimiento fue Rene Scherer. Aquí tenéis el resumen de una charla suya, se puede leer como la defensa de la libertad de los niño o como un alegato de la pederastia – depende que tomes por libertad. Aunque Scherer no hablase con esta intención, seguro que otros lo usan así. Hay que admitir que esto es un ejemplo extremo, que normalmente nuestras justificaciones giran alrededor de deseos mucho menos destructivos, como puede ser la pereza, ganas de socializar o el deseo de ser reafirmado. Pero esto no cambia que que detrás de muchas argumentaciones muy bien construidas y discursos en nombre de la libertad se esconden intentos de vestir de altruismo deseos egocéntricos. En este significado trabajar el nivel psicológico es fundamental, tanto a nivel personal como grupal. Es cierto.

El problema esque hay otro lado de esta experiencia, uno en el que me he encontrado mucho: Ser arrastrada por estas teorías ‘liberadoras’. En un extremo están estos testimonios de madres Alemanes que –por el discurso dominante de su época– entregaron a sus hijos a ser abusados sexualmente porque les habían convencido que así velaban por la educación libre en su familia. Mucho menos extremo es una gran parte de mi experiencia personal como activista, como cuando me creí que la ‘asamblea abierta’ era una propuesta liberadora, o este ‘Todos estamos en lo mismo’ que he mencionado al principio de esta entrada. U otros axiomas como la idea omnipresente de la ‘horizontalidad’, un concepto que suena muy bonito en teoría pero que en la práctica he observado que servía para ocultar –y así reforzar– a las estructuras de poder existentes en un grupo. O cualquier demanda a la que se añade ‘ya’ cuando este ‘ya’ es imposible de cumplir. Es tremendo como con una sola palabra luchas potentes se transforman en una experiencia frustrante para las personas que se han creído este ‘ya’. Hay numerosos ejemplos en el nivel organizativo, el tema de este blog, y con el tiempo iré visibilizando más. Pero también quiero mencionar que estoy convencida de que muchas teorías ‘liberadoras’ tienen problemas similares en sus planteamientos.

Es muy probable que algunos de los promotores de estas ideas lo hacen por motivos egocéntricos ocultos y muchos otros sencillamente por creer de verdad que son ideas liberadoras. El problema es que en la vida real todo este conjunto de axiomas y teorías falsas nos arrastra hacia un activismo que en el mejor de los casos lleva a quemar a sus participantes por su ineficacia. Yo reconozco haber sido arrastrada por este activismo, yo reconozco haber sido quemada más por estos axiomas dañinos, yo reconozco venir de un activismo tan demoledor que la única conclusión lógica era que ‘no se puede hacer nada’. Y que no estoy allí hoy es en gran parte por haber tenido suerte, por haber conocido a un pequeño grupo de personas que me han demostrado que un activismo en otra lógica es posible. Gracias a esto, después de años de formación teórica, práctica activista y trabajar mis propias emociones, he podido superar este sentimiento de impotencia, gracias a esto hoy en día afirmo que sí, ‘lo imposible’ es posible. Pero también afirmo que no se puede hacer de cualquier manera, ni con cualquiera. Hay muchas maneras viables, pero muchas más que nos llevarán al abismo, y por desgracia muchas de estas vías al abismo hoy en día están normalizadas en los ambientes de izquierdas. Por esto he planteado este blog, este diálogo que parte de la idea de que, para poder realmente soñar con un proyecto transformador es necesario preguntarnos a nivel colectivo: ¿Cuáles de los conceptos y prácticas que nos han transmitido en el nombre de la libertad realmente son liberadores para todas las personas? ¿Cuáles no lo son y deben ser reemplazados por otras ideas? Y también nos debemos atrever a nivel personal y investigar dentro de nosotros mismos: ¿Qué de lo que defiendo como liberador no es más que una justificación de mis deseos egocéntricos? ¿Y qué puedo hacer para que estos deseos se sanen o por lo menos no perjudiquen al proceso organizativo?
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