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Preguntas a «Extinción Rebelión»

Hace unos meses conocí a dos miembros de la organización Extinción Rebelión, que aunque todavía relativamente desconocida en España, a nivel internacional ha llamado la atención con bastante eficacia. Ellos se declaran en rebelión no violenta por la extinción masiva de especies animales y la posibilidad del mismo destino incluso para la especie humana. Hace unos días me volví a encontrar con esta organización cuando Blai Dalmau Solé en un artículo sobre esta organización enlaza a mi entrada Votar hoy tampoco nos va a salvar.

Primero quiero decir que comparto esta angustia ante la destrucción medioambiental. Viniendo de donde vengo el ecologismo está engranado en mi desde la infancia, y actualmente cada día me angustia más lo que está pasando. Es urgentemente necesario que dejemos de matar lo que nos sustenta.

Ahora, leyendo vuestra Declaración de Rebelión me entran muchas dudas y preguntas, dudas y preguntas que nacen del mismo lugar el que me impulsó a escribir este blog, dudas y preguntas que tienen que ver con nuestra propia incapacidad de organización y planificación, de como los movimientos sociales de las décadas pasadas hemos fallado a la hora de sostener lo que empezamos y llevar a la práctica lo que exigimos de manera coherente.

La primera exigencia de vuestra declaración es que los gobiernos y medios de comunicación digan la verdad, es decir que informen sobre la necesidad de cambio y las vías hacia él. Es real que es necesario informar el público general, que hacen falta grandes campañas de conscienciación, es real que las instituciones existentes para esto son estas. Pero también es verdad que estas instituciones están al servicio del mercado y de las grandes fortunas, y también es verdad que tienen mucha experiencia de revestir la verdad de la manera que a ellos les convenga. Actualmente el verdadero centro, el motor de estas organizaciones es el beneficio monetario. Si ponemos las campañas de información masiva en sus manos, ¿cómo van a vestir esta verdad para que actúe en su favor? ¿Realmente llegará de la manera adecuada para impulsar los cambios necesarios? ¿O no será así que intentarán inculcar ideas como por ejemplo que las multinacionales son los que verdaderamente van a solucionar el problema?

La segunda exigencia son medidas legales, la reducción de la emisión del CO2 a cero y la limitación de la huella ecológica a niveles sostenibles dentro de cada país, basándose en establecer “nuevos objetivos en la sociedad, apoyándose en valores de solidaridad y cooperación”. Estoy de acuerdo con esto último, creo que hace falta reestructurar todo nuestro proceso organizativo y cultural según estos criterios, acompañado de otros como la idea de la libertad bien entendida. La duda que tengo es si esta transformación se puede lograr a través de procesos legales. En primer lugar cualquier prohibición es un acto de violencia, de coacción que usa como motor el miedo: Que no me encarcelen, que no me multen, que no me lleven a juicio, aunque luego lo gane. ¡Que no quiero líos! En este contexto conviene recordas una idea de Gandhi: “Hay dos tipos de poderes, uno es obtenido por el miedo al castigo, y el otro por actos de amor. El poder basado en amor es más efectivo y permanente que el miedo al castigo.” Aunque nosotros luchemos de manera noviolenta para hacer presión al estado, si el estado lo materializa en medidas violentas, ¿a largo plazo servirá a nuestra causa? ¿O sencillamente llevará a más miedo, sumisión y en el peor de los casos generará un efecto rebote en parte de la población?

Para esto os invito a revisar la realidad de muchos leyes hechos en nombre de la protección de lo(s) que debe(n) ser protegido(s). En este significado es muy interesante escuchar el análisis de Enrique Martinez Reguera acerca de las legislaciones educativas y de protección del menor. O hacerse consciente como muchas leyes están siendo utilizados para prohibir actos de solidaridad y cooperación, por ejemplo los leyes laborales están siendo usados para multar la ayuda mutua en el campo. O el miedo que infunden leyes tan aparentemente inocentes como la ley de responsabilidad civil, que ha normalizado el “no hagas esto, no sea que pase algo y que te denuncien”. Esto ya está tan arraigado que he visto como en una asociación de barrio no querían dejar que un socio podara voluntariamente por el miedo a las consecuencias legales posibles. Esto son ejemplos de un tema profundamente complejo, pero en el que –una vez que se empieza a rascar– se pueden encontrar muchos hechos de impactos negativos de leyes “beneficas”. En este significado: ¿Qué consecuencias van a tener leyes estrictas de protección medioambiental en la sociedad? ¿Van a impulsar este cambio profundo que necesitamos con tanta urgencia o sencillamente van a ser una vuelta más a la tuerca de un proceso legal que cada vez regula más nuestras posibilidades de acción?

La tercera demanda de Extinción Rebelión es la generación de democracia real, de asambleas ciudadanas en un proceso democrático directo y participativo. Este es el punto que más me cuesta, no porque me disguste la idea como utopía, pero porque estoy convencida que actualmente no estamos preparados para llevarlo a cabo. ¿Qué modelo de diálogo y toma de decisiones se plantearía en estas asambleas? ¿Cómo se crea un proceso asambleario en el que las opiniones y necesidades de todos y todas son respetadas? ¿Cómo se previene el abuso de estas asambleas para intereses personales? ¿Cómo se lleva una población que está educada para actuar desde el egocentrismo y el narcisismo a tomar decisiones a favor del bien común? ¿Cómo se lleva a una población sin educación en diálogo o colaboración a tomar decisiones sin matarse en el camino? ¿…?

Preguntas como estas son el eje de investigación de este blog, una investigación que asume los movimientos sociales como fracasados, una investigación que asume que ahora mismo no tenemos ni un modelo organizativo funcional ni la preparación personal para llevarlo a cabo, una investigación que asume tener más preguntas que respuestas, pero que si defiende que es urgentemente necesario contemplar el problema en toda su complejidad para dejar de seguir repitiendo soluciones falsas. Si no hacemos esto, si no nos esforzamos para desarrollar un plan realista y coherente de la realización de esta democracia real, llegará a ser otra herramienta falsa que a la larga solo generará más impotencia y frustración, ergo alimentará la espiral de violencia en la que nos vemos sumergidos desde hace tantos siglos.

Así que, me parece que hay mucha necesidad de diálogo y trabajo. Nos veremos en el camino, compañeros.

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