Asumir el fracaso de las izquierdas – Planteamiento central de ‘De palo en palo’
Independiente de todo discurso y deseo de ser un espacio liberador, los movimientos sociales en su práctica a menudo son lo contrario: espacios de opresión mutua que a menudo tienen el impacto opuesto a lo que predican.
Si queremos estar a la altura de nuestros discursos debemos asumir las luchas de los décadas pasadas como fracasadas, plantearnos las causas de estos fracasos y buscar cómo transformar nuestro planteamiento para que de verdad genere esta transformación profunda de la sociedad de la que tanto hablamos.
¿Qué significa fracasar?
Bastante al principio del proceso de trabajo me encontré con un rechazo por decir que nuestros movimientos han fracasado. A varias personas les parecía muy duro. Les respondí con la entrada Perder el miedo al fracaso, en la que planteo varias reflexiones:
- fracaso no es derrota, lo primero sencillamente significa ‘no conseguir lo que se querría conseguir’, mientras de que la derrota ya es algo mucho más destructivo,
- si se admite y revisa el fracaso sirve para mejorar en el siguiente intento de lograr los objetivos,
- cuando no admitimos nuestros fracasos nos perdemos una posibilidad de aprender y hay un peligro importante de volver a repetir los mismos errores.
Con esto se desvela uno de nuestros problemas principales.
El fracaso no reconocido
En nuestros ambientes no reconocemos los fracasos como tal, evitamos darle este nombre. Así que tampoco revisamos sus causas y esto nos lleva a repetir los mismos errores una y otra vez, condenando nuestros movimientos a la derrota.
El círculo vicioso de la impotencia
Esto causa una derrota interna, un profundo sentimiento de impotencia, cómo lo describo en la primera entrada Marchando. Este sentimiento es común tanto en activistas/militantes de largo recorrido como en aquellos que en algún momento dejan la lucha.
Significativo es que durante los talleres el sentimiento de impotencia salió tanto en las causas como en las consecuencias de nuestros fracasos.
En las causas porque puede llevar a que los participantes solo se implican en un plano superficial, sin realmente apostar. Y que este implicarse a medias es uno de las razones por las que nuestros proyectos no llegan a funcionar bien.
En las consecuencias porque los conflictos y fracasos mal manejados generan y aumentan esta sensación de impotencia, causando por su vez falta de motivación e implicación real.
Así que podemos hablar de un círculo vicioso, una promesa negativa que causa lo que teme: la ineficacia de nuestra acción y la desvinculación de nuestros integrantes.
Estoy convencida de que esto es un punto crucial, que de alguna manera detrás de todo este trabajo está la pregunta: ¿Qué dinámicas generan y alimentan esta sensación de impotencia? ¿Cómo podemos generar una lógica de trabajo que nos meta en una lógica de crecimiento a largo plazo?
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