Nos dividimos y por esto estamos vencidos
El dicho Divide y vencerás es una estrategia básica de las personas en el poder que usan desde hace siglos para proteger sus privilegios e intereses. Y todos los movimientos de resistencia a las opresiones han tenido como un pilar fundamental la unión. Frases como Todos estamos en lo mismo y el grito de El pueblo unido jamás será vencido son reflejos de nuestra conciencia de lo necesario que es.
Pero como evidencio en Ni hables con ellos nuestra actitud práctica a menudo es opuesta a esta unión, al revés, fomenta la división. Nos separamos, nos dividimos de la sociedad ‘normal’ y también dentro de nuestros ambientes creando grupos cada vez más minúsculos. Uno de nuestros problemas principales es el sectarismo. En nuestra cultura actual es muy común despreciar a los que no pertenecen a nuestro círculo o forma de pensar, y en la izquierda esto lo reproducimos con regularidad y orgullo. Somos llenos de juicios y prejuicios sobre muchos colectivos, sean ‘pijos’, ‘conservadores’, ‘hipsters’… nos gusta tacharles, a menudo basándonos en información cierta, pero que no representa a la totalidad del colectivo ni les comprende en profundidad.

A mi me ha pasado más de una vez que cuando me acerqué a un grupo y me esforcé a entenderles descubrí que tenían mucho(s) más razon(es) de lo que me imaginaba de lejos. Y después de estar tiempo con ellos, de intentar comprenderles y comprender su pensamiento a su condición, es decir dentro de su paradigma, hemos llegado a trabajar juntos, a forjar unión entre diferentes.
De manera más intensa viví esto con militantes cristianos. Como muchos durante años mamé la imagen de la iglesia rancia derechona, del conservadurismo y del cura pederasta, tanto que cuando me encontré con militantes cristianos con planteamientos revolucionarios se me despertaron paranoias, tantas que casi salí corriendo. Pensaba que iban de mentira, que tenían que tener algún motivo oscuro, que estaban ahí para comerme la cabeza. Tardé meses en superar estos miedos, años para poder estar a gusto con ellos y todavía más tiempo para comprender como sus ideas estaban arraigado en planteamientos cristianos. Planteamientos minoritarios en la iglesia, planteamientos invisibilizados, pero existentes y más fuertes de lo que aparenta. Planteamientos que se materializan en la parroquia de Entrevías en Madrid, en los curas obreros, a la HOAC y sus descendientes y muchas otras experiencias, a menudo tan locales que no son conocidas más allá de su barrio. Son grupos que por su pensamiento y trabajo serían aliados naturales de cualquier grupo que quiere luchar a favor de los desfavorecidos, a menudo con planteamientos anticapitalistas y antisistemas profundamente arraigados. Si lográramos unirnos saldríamos ganando todas.

Pero por desgracia he observado tanto prejuicio y sectarismo por ambos lados que en vez de encontrarnos y apoyarnos en los puntos que tenemos en común, nos despreciamos y nos tememos por nuestras diferencias.
Y con esto hacemos algo que solo conviene al sistema: Nos dividimos, y así nos vencemos a nosotros mismos.
Por esto, cuando veo tantos posts críticos de otros grupos en las redes me pregunto: ¿Sirven para avanzar en la lucha por la liberación? ¿O estamos más bien alimentando nuestros prejuicios de una manera que nos cierra a personas que podrían ser nuestros aliados?
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